Demoras Portuarias en el País

Written by Henry Bernal

25 julio, 2025

La congestión y las demoras que afectan a los puertos colombianos, especialmente Buenaventura y Cartagena, se están viendo exacerbadas por una situación paradójica a nivel global: la industria del transporte marítimo de contenedores sigue sumando capacidad a un ritmo récord, a pesar de que la demanda del mercado permanece débil y se proyecta que continuará así durante el segundo semestre de 2025. Este desequilibrio global, sumado a las problemáticas locales, está creando un escenario logístico cada vez más complejo para Colombia.

Los puertos colombianos han enfrentado serias dificultades en los últimos meses, con Buenaventura como el epicentro de la crisis. Durante junio y julio de 2025, Fedetranscarga ha alertado sobre pérdidas significativas para el sector debido a las persistentes demoras en los procedimientos portuarios, particularmente en la devolución de contenedores vacíos. Los tiempos de espera de cuatro días o más para obtener citas para la devolución de contenedores están generando multas insostenibles para empresas y transportadores, llevando a una saturación en las terminales y limitando la movilización de mercancías. La situación es tan crítica que se habla de un “colapso logístico inminente” en Buenaventura, un puerto vital que maneja el 40% del comercio exterior del país.

Cartagena también ha experimentado una fuerte congestión en junio de 2025. El terminal marítimo de Compas (CCTO) colapsó debido al redireccionamiento de unidades de la línea MSC, obligando a trasladar carga a Almaviva. Se reportó una pérdida de capacidad operativa por bloqueos viales, protestas sociales y limitaciones en la recepción de contenedores vacíos, con patios como Contecar y la Sociedad Portuaria alcanzando ocupaciones del 91% y 80% respectivamente, y tiempos de espera de hasta 66 horas.

Mientras los puertos colombianos luchan con problemas de infraestructura y operativos, la industria global del transporte marítimo de contenedores parece desconectada de la realidad. Solo en la primera mitad de 2025 se incorporaron 1.18 millones de TEUs (unidades equivalentes a veinte pies) de nueva capacidad, y se esperan récords anuales de entregas de buques hasta 2027.

Según Jon Monroe, analista del sector, esta apuesta por el “sueño megabuque” (adaptar puertos para recibir buques de entre 15,000 y 24,000 TEUs) no se sustenta en cifras alentadoras, especialmente cuando la demanda global es tibia y la infraestructura terrestre no puede seguir el ritmo. Algunos puertos, sin espacio para expandirse en tierra, están ganando terreno al mar, creando superficie artificial en busca de un volumen que quizá nunca llegue.

Monroe identifica cuatro desafíos principales que enfrentan las líneas navieras, exacerbando la situación de puertos como los colombianos:

  1. Exceso de Capacidad: Se entregaron 1.8 millones de TEUs en los primeros seis meses del año, con proyecciones de superar los 2 millones antes de diciembre, y volúmenes similares para 2026 y 2027. Este exceso obligará a las líneas a ajustar itinerarios y recurrir a “blank sailings” (cancelaciones de itinerarios) para intentar mantener tarifas y volúmenes.
  2. Debilidad del Consumo: La confianza del consumidor, particularmente en EE.UU., ha caído, lo que indica un gasto más cauteloso que impactará las importaciones.
  3. Cambio en los Orígenes de Manufactura: Las decisiones de nearshoringreshoring o friendshoring de las grandes empresas generarán flujos de carga más complejos, y las navieras deberán adaptarse a estas nuevas rutas.
  4. Riesgos Geopolíticos: Crisis como la del Mar Rojo, la piratería en África occidental, las tensiones en el estrecho de Taiwán y la guerra en Ucrania continúan alterando rutas, aumentando costos y sumando incertidumbre operativa.

Estos factores se suman a un entorno económico frágil globalmente, con precios de vivienda inflados, tasas de interés altas, inflación persistente y recortes de personal, lo que mina la confianza del consumidor y la demanda.

La combinación de una industria global del transporte marítimo con exceso de capacidad y una demanda débil, junto con las problemáticas locales de congestión y seguridad en puertos clave como Buenaventura y Cartagena, pinta un panorama desafiante. Parece inevitable que las líneas navieras deban revisar sus planes, reconfigurar rutas y adaptar su capacidad a una realidad mucho más incierta. El desafío, como concluye Monroe, es cambiar de rumbo antes de que el desajuste entre oferta y demanda profundice aún más la crisis de rentabilidad y, por extensión, las dificultades que ya enfrentan los puertos colombianos.

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